El aceite en la cocina

aceite oliva
Que España destaca por su calidad gastronómica, entre otros muchos aspectos, no es ningún secreto. Nuestros productos con denominación de origen acumulan positivas críticas de expertos así como el reconocimiento de millones de turistas que visitan cada año nuestro país. Pero lo bueno no solo se queda en casa. Muchos de estos productos traspasan fronteras mediante exportaciones millonarias a países de distintas partes del globo. Uno de estos productos de fama mundial es el aceite de oliva.

El aceite es un producto que utilizamos a diario en nuestra cocina. En mayor o menos cantidad solemos emplear un chorro de este líquido amarillento y grasiento para freír, cocer, evitar que se pegue la comida en la sartén o simplemente aliñar una ensalada o aderezar cualquier otro plato. Aunque en muchas ocasiones utilizamos el mismo aceite para todas estas acciones, conviene conocer qué tipos existen y cuáles son los usos más apropiados que se les pueden dar.

Aceite de oliva vs Aceite de girasol

Existen muchos tipos de aceite, pero aquí nos centraremos en los dos más comunes. Tanto el aceite de girasol como el aceite de oliva contienen ácido linoleico (Omega 6) y vitamina E, un antioxidante muy importante que, entre otros beneficios, previene el envejecimiento celular. El Omega 6, por su parte, ayuda a mejorar el sistema circulatorio, oxigenando mejor los órganos y los músculos. Sin embargo, cabe advertir que un exceso de este ácido es perjudicial para la salud, ya que no deja de ser un ácido graso poliinsaturado.

aceite girasol

En cuanto a las diferencias entre ambos aceites se encuentra el alto porcentaje de ácido oleico que contiene el aceite de oliva. Entre sus funciones se encuentra regular las tasas de colesterol en sangre y el envejecimiento celular. El aceite de girasol se extrae de las pipas y semillas de girasol, mientras que el aceite de oliva cuenta con una tipología más amplia dependiendo de su elaboración y el tipo de aceituna que se haya empleado. Este último, además, se adhiere menos a los alimentos y también sufre menos degradación que el aceite de girasol.

Usos en la cocina

El aceite de oliva tiene un sabor intenso, más fuerte que el de girasol. El aceite de oliva virgen extra es el de máxima calidad. Se obtiene directamente de aceitunas en buen estado y mediante un procedimiento puramente mecánico y libre de defectos. Aliñar una ensalada, remojar el pan con aceite o condimentar otros de nuestros platos son ejemplos ideales sobre cuándo utilizar este tipo de aceite.

En cuanto a la cocina, también supone la mejor elección. La densidad alta del aceite de oliva hace que aguante mucho más las altas temperaturas sin que se pierden sus cualidades. Este aceite se puede consumir tanto cocido como crudo, siendo preferible el segundo caso para aprovechar todavía más su intenso sabor.

freir

El aceite de girasol, por otra parte, es mucho menos denso que su anterior. Esto provoca que se queme antes, al no aguantar las altas temperaturas, y expulse sustancias que puedan ser perjudiciales para el organismo. Sin embargo, es una buena opción si queremos tomarlo crudo debido a la gran cantidad de nutrientes que contiene. A diferencia del aceite de oliva, este aceite tiene un sabor neutro, mucho más suave que el anterior. Por esta razón es una buena alternativa a considerar en el caso de aquellos que no les guste el fuerte sabor del aceite de oliva o, simplemente, no quieran restar protagonismo al resto de ingredientes del plato.

Todas estas características hacen más apropiado el uso del aceite de oliva para frituras o verduras asadas, por ejemplo, mientras que el aceite de girasol es perfecto para realizar mayonesas o en el caso de alimentos precocinados.